BERGARA
En el siglo XVII, Bergara lideró la producción artística en nuestra comarca, destacando tanto en cantidad como en calidad de obras. A lo largo de los siglos, esta encantadora villa ha conservado su herencia arquitectónica, que abarca desde el Renacimiento hasta el siglo XIX.
El Ayuntamiento, diseñado por el arquitecto Lucas de Longa a finales del siglo XVII, es la obra más significativa. Su estructura sigue el estilo típico de las casas consistoriales de la época, con una arquería abierta en la planta baja, un balcón corrido para actos institucionales y escudos bajo el alero de la fachada. En el siglo XVIII, se realizó una ampliación a la derecha.
El Palacio Irizar y su jardín también datan de la misma época. Este edificio sobrio se centra en los escudos de la familia Urrutia-Espilla. El jardín, catalogado como Monumento de la CAPV por el departamento de Cultura del Gobierno Vasco, sigue el estilo renacentista que estaba de moda en esa época.
Históricamente, Bergara también es importante por ser el lugar donde se firmó el tratado de paz que puso fin a las primeras guerras carlistas en 1839. El campanario de la Parroquia de San Pedro de Ariznoa, construido entre finales del siglo XV y 1620, destaca en el perfil de la ciudad. La torre barroca fue añadida posteriormente en 1742 por el arquitecto José Lizardi.
El siglo XVIII de Bergara está íntimamente ligado a la figura del Conde de Peñaflorida y al Real Seminario creado bajo la dirección de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Este período convirtió a Bergara en uno de los centros de enseñanza e investigación científica más importantes de Europa. Fue entonces cuando los hermanos Juan José y Fausto Elhuyar lograron aislar el wolframio en el Laboratorium Chemicum del Real Seminario Patriótico Bascongado de Bergara.
En el siglo XIX, el Real Seminario se destacó con su fachada neoclásica, decorada con motivos clásicos en el tercer piso y rematada por un frontón. El Palacio Errekalde, también construido en esa época, fue la residencia del Conde de Peñaflorida mientras supervisaba las investigaciones del Seminario. Conserva características de la casa torre del siglo XVI y alberga la oficina de turismo y el museo Laboratorium.
Los jardines de Bergara siguen el estilo de la época, con árboles y plantas distribuidos de forma planificada y un sistema de canalización de agua. Así, Bergara sigue siendo un tesoro arquitectónico y cultural que merece ser explorado y admirado.